Como todos recordamos vívidamente, el lunes 22 de junio llegaba la “nueva normalidad”. Aquel era un buen momento en el que los casos de contagio de coronavirus decrecían y se iba cercando al virus con sacrificio y profesionalidad. Cuando escribo este texto, lindando la mitad de agosto, la situación vuelve a ser mala para nuestra desgracia en lugares como Navarra y crítica en otros.
Por aquel entonces, yo había conseguido varios lugares idóneos para grabar con la inestimable colaboración de mucha gente dispuesta y amable. Todas las semanas romanas necesito de mucha gente y en todas la encuentro.
El lugar que se me antojaba perfecto era el conocido como Palacio de Urzante, en el Despoblado de Urzante, del que me acabaron dando hasta la llave durante más de un mes. Un precioso edificio deshabitado lejos de carreteras y poblaciones lleno de habitaciones completamente vacías. Se acabó convirtiendo en nuestra villa romana perfecta.